La historia del Sena comenzó mucho antes de que existiera París. En época romana, la tribu de los Parisii se asentó en sus orillas, sentando las bases de lo que sería Lutetia, antiguo nombre de París. Al florecer el comercio, el Sena se convirtió en una arteria crucial para el transporte de mercancías, personas e ideas, convirtiendo París en un próspero centro comercial.
A lo largo de la época medieval y hasta el Renacimiento, el Sena siguió siendo la ruta central de París para el comercio, los viajes y el desarrollo. Artistas y escritores se inspiraron sin cesar en su flujo. Y durante capítulos más oscuros como la Revolución Francesa y las Guerras Mundiales, el río fue testigo mudo tanto del triunfo como de la tragedia.