Reacción pública inicial: De monstruo a atracción (1889-1900)
Aunque la torre era una maravilla técnica, su atractivo artístico fue muy discutido. Muchos lo consideraron un adefesio industrial, un insulto a la belleza clásica de la ciudad, y lo llamaron "una farola verdaderamente trágica", "un supositorio lleno de agujeros" y "una chimenea ridícula".
En 1887, 300 destacados artistas y escritores, entre ellos Charles Garnier, Guy de Maupassant y William Bouguereau, firmaron la "Protesta contra la Torre de Monsieur Eiffel", publicada en Le Temps, diciendo: "Protestamos... contra la erección de esta inútil y monstruosa Torre Eiffel... una ridícula chimenea que aplasta Notre Dame, el Louvre, el Arco del Triunfo bajo su bárbara mole".
El desafío de Eiffel y el cambio del público
Eiffel rechazó la reacción, comparando su torre con las pirámides egipcias:
"¿Por qué algo admirable en Egipto se convierte en horrible en París?"
A pesar del alboroto, la torre atrajo a 2 millones de visitantes durante la Exposición Universal. Algunos críticos cedieron; otros, como Maupassant, al parecer cenaban a diario en el restaurante de la torre, porque era el único lugar de París donde no tenía que verla.
En 1918, la Torre Eiffel se había convertido en un símbolo nacional. El poeta Guillaume Apollinaire llegó a plasmar en su silueta un poema de guerra.
Tachada en su día de "monstruosidad", la torre acabó sobreviviendo a sus críticos, transformándose en el emblema definitorio de París.
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